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La oriolana que se salvó de que le cayera encima la palmera que acabó con la vida de un joven de 22 años en Torrevieja

Julia García Moreno, una mujer de 43 años de San Bartolomé (Orihuela), es la cara b del accidente que acabó el viernes con la vida de un joven de 22 años al caerle sobre su coche una palmera afectada por picudo. La oriolana iba con su vehículo por el carril derecho de la CV-905 para salir de Torrevieja. Suele coger esa carretera frecuentemente por motivos médicos, aunque en esa ocasión acababa de salir del centro comercial Habaneras para volver a casa. Eran sobre las 17 horas cuando abandonó el aparcamiento del Carrefour sin saber que solo unos minutos más tarde se quedaría a un escaso metro de distancia de un fatídico desenlace que la convertiría en testigo en primera línea de un brutal accidente.

A la altura de la ITV, vio cómo una palmera de la mediana se inclinaba levemente hacia la carretera, “sin motivo aparente, porque en ese momento solo había una ligera brisa”, explica. “No me preguntes el porqué, pero pensé que se partiría y caería sobre mí”, prosigue. Entonces, levantó el pie del acelerador y se fue ligeramente hacia el arcén. En ese momento le rebasó un coche negro. Conducía en paralelo a él cuando la palmera -efectivamente- se quebró y se le desplomó encima. El morro del vehículo de Julia estaba a la altura de su ventanilla trasera. “Pienso que si hubiera ido por el carril de la izquierda, no la hubiera visto y me habría caído a mí de pleno”, rememora.

Un momento de la asistencia inicial al accidentado en la CV-905 con sanitarios de la ambulancia medicalizada y Bomberos de Torrevieja / INFORMACIÓN

El coche del accidentado se desplazó apenas dos metros desde la base del tronco. A Julia le temblaban las manos para marcar los tres dígitos del 112. Habló con emergencias a las 17.06 horas, pidiendo que acudieran los bomberos y la ambulancia, sin saber cuánta gente podría haber dentro. Julia y otros conductores que se bajaron para socorrer, además de una médico que estaba en el lado de la ITV, abrieron las puertas del coche accidentado, pudiendo comprobar que había un único ocupante: “Un pobre chiquillo que estaba justo debajo de la palmera, y solo se podía acceder a comprobar las constantes vitales”.

“Una leve brisa”

La oriolana que se salvó de la fatalidad por centímetros insiste en que “solo había una leve brisa en ese momento, el viento empezó cuando el sol comenzó a ponerse”. Quiere dejar claro este punto porque la caída de la palmera, que “estaba hueca y podrida” -recalca- por la plaga de picudo rojo, no fue a consecuencia de una racha de viento ni de la borrasca Claudia. Tanto el Ayuntamiento como el Consorcio Provincial de Bomberos afirmaron que el viento moderado registrado a lo largo de la jornada podría haber favorecido el desplome. Le indigna que se esté diciendo eso: “No tolero la mentira”, insiste.

La palmera se quebró por el tronco y se desplomó sobre la calzada CV-95 y el vehículo cuyo conductor murió en el acto / INFORMACIÓN

Lo sabe porque se quedó allí hasta que se llevaron al fallecido, esperando a que el milagro de seguir viva también se hubiera producido con aquel joven de 22 años, casi de la misma edad que su hijo, que cumplirá los 21 el 6 de diciembre. “Tenía la esperanza de que se salvara”, recuerda, aunque la sanitaria que lo atendió antes de que llegara la ambulancia se había acercado a ella, le dio un abrazo y un beso, y solo le confirmó que había fallecido en el acto.

“No pude evitar pensar en que eso le podría pasar a mi hijo”, y a cualquiera, lamenta. No para de darle vueltas a lo ocurrido, sin poder quitarse aquella imagen de la cabeza: “Ha sido horrible, no puedo dejar de revivirlo una y otra vez”, porque “el dolor de no haber podido hacer nada por el chiquillo se queda para siempre”.

Por eso, aunque no le devuelva la vida, da su testimonio para que se cuente la verdad y tratar, de alguna forma, que algo así no vuelva a pasar. “El Ayuntamiento o los responsables de las arboledas, vegetación y palmeras de las carreteras tienen que tomar medidas”, porque “esta tragedia se podría haber evitado”, concluye.

Mantenimiento

Al igual que Julia, las redes sociales han estallado contra la atribución del accidente mortal a un cúmulo de coincidencias y a una trágica casualidad, centrando las críticas en la gestión municipal y el mantenimiento de los ejemplares. Aunque la carretera CV-905 es competencia autonómica la conservación de la jardinería de la mediana hasta la salida del término municipal es responsabilidad del Ayuntamiento de Torrevieja, tal y como confirmó el propio Consistorio.

Un primer análisis del ejemplar caído señala que las voraces larvas de este coleóptero y los adultos de picudo se localizaban en el interior del tronco, que estaba hecho serrín, justo a 2,8 metros de altura, en la zona por la que se partió la palmera, y que la corona se encontraba intacta, por lo que a simple vista parecía que el ejemplar estaba sano. En muchos casos la enfermedad se puede apreciar a simple vista por la caída de las palmas, pero también se producen casos en los que la plaga ha colonizado por completo el tronco sin que presente síntomas desde el exterior.

El alcalde, Eduardo Dolón, ha recordado que las palmeras reciben una vez al año tratamiento contra la plaga, pero ha indicado que se buscará un tipo de inspección que pueda comprobar el estado interno, al margen del actual contrato, si es necesario. 

El Ayuntamiento adjudicó este verano el nuevo contrato de mantenimiento y conservación de zonas verdes a la empresa Actúa (Grupo Hozono) por quince años y 113 millones de euros, con un refuerzo de todas las prestaciones de este servicio público y el compromiso de ejecución de varias zonas verdes.

El regidor también ha señalado que el ingeniero supervisor de la contrata y el de la propia adjudicataria, junto a la concejala delegada del área, Concha Sala, pondrán sobre la mesa cuanto antes la necesidad de inspeccionar todas las palmeras del inventario municipal, que ascienden a 5.526, en busca de picudo.

La mayoría de los ejemplares del municipio corresponden a la especie Phoenix washingtonia robusta, con 3.833 unidades, en los que apenas hay documentados casos de picudo. Pero sí hay centenares de Phoenix dactylifera -la misma especie a la que pertenece el ejemplar que se partió en la CV-905-, la Phoenix canariensis y algunas Washingtonia filifera.

Esta especie invasora ha arrasado miles de palmeras desde que se detectó en la Vega Baja en 2008. En estos momentos, la empresa que se encarga de la conservación solo tiene identificados dos en seguimiento y tratamiento por picudo en el municipio.

El Ayuntamiento comenzó a finales de septiembre con los trabajos de poda anual de todos los ejemplares. La mayor parte ya se ha llevado a cabo, pero quedaban pendientes, entre otros, los de la mediana de esta carretera, que estaba previsto que se realizara esta semana, según fuentes municipales. Un trabajo de mantenimiento en el que los operarios experimentados quizá hubieran podido detectar la patología, aunque las mismas fuentes han indicado que es difícil sin un análisis interno.

La poda también podría haber descargado de peso a la palmera, que iba cargada de frutos, tal y como puede comprobarse en las imágenes del accidente.

La tragedia

El fallecido de 22 años, Martín Pérez Aniorte, de nacionalidad española y residente en la ciudad salinera, se había quedado recientemente huérfano de padre y madre. Ambos fallecieron por enfermedad en un corto periodo de tiempo. Desde entonces vivía con su hermana menor en casa de un tío.

Formaba parte, como su padre, de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de La Caída de la Semana Santa de Torrevieja, de cuya imagen era costalero, y destacó como alumno de la Escuela Municipal de Fútbol. Cursó lnfantil y Primaria en el colegio público Cuba.

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