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El Barça vuelve a casa… un año después

El Barça vuelve a casa. Por fin el equipo azulgrana pone fin a su largo periplo en Montjuïc y regresa al Camp Nou. Es la noticia más esperada por el barcelonismo desde hace muchos meses: más de 900 días, dos años y medio después del último partido, el estadio vuelve a abrir sus puertas para acoger un encuentro del primer equipo. Motivos de sobra para la euforia y para vivir un día especial en Barcelona.

Pero además de celebrar el regreso y disfrutar de nuevo del Camp Nou, conviene mirar atrás y recordar cómo ha sido el proceso de vuelta, especialmente los regresos que no se produjeron. El Barça vuelve a casa en noviembre… pero de 2025, cuando la previsión inicial era hacerlo un año antes, coincidiendo con el 125 aniversario del club. “Si no hay una pandemia o una catástrofe mundial, estaremos en el Camp Nou el 29 de noviembre de 2024”. Aquella frase, contundente y solemne, perseguirá siempre a la vicepresidenta Elena Fort.

No hubo pandemia ni catástrofe mundial, pero la vuelta se retrasó. Primero se dijo que en noviembre no podrían volver, pero sí lo harían antes de acabar 2024; después que en febrero, luego que en marzo, más tarde que en mayo seguro porque el Olímpic estaba reservado para conciertos… Así hasta que en verano se anunció a bombo y platillo -literalmente, con una furgoneta llena de altavoces recorriendo la ciudad- que el Trofeu Joan Gamper en agosto marcaría el regreso al Camp Nou, incluso filtrando un aforo de 60.000 espectadores. Tampoco fue posible. Se empezó la Liga en el Johan Cruyff y se acabó regresando a Montjuïc. La gestión comunicativa del regreso ha sido calamitosa y ha desgastado tanto al club como al propio Joan Laporta, obligado a tomar medidas para enderezar la situación y la comunicación de la entidad.

Con un año de retraso y un aforo provisional de 45.000, el Barça vuelve por fin a casa hoy ante el Athletic. La vuelta, sin embargo, ha llegado marcada también por los elevados precios fijados por el club. Es lógico premiar a los socios que mantuvieron su abono en Montjuïc durante dos temporadas y media, pero premiar a los más fieles no debería implicar castigar a quienes no subieron a la montaña olímpica, con unas tarifas al alcance de muy pocos. Y quizá no sea la mejor estrategia en año electoral: los turistas pagan, pero quienes votan son los socios.

El destino, además, ha querido que el primer partido de Champions en el nuevo Camp Nou sea ante el Eintracht de Frankfurt, inevitablemente asociado a la invasión de seguidores alemanes de hace tres temporadas. Con el aforo limitado y la lección aprendida, una escena así es hoy impensable.

La UEFA, por cierto, sí ha permitido cambiar de estadio a mitad de la liguilla. En los últimos días se ha criticado mucho a la prensa por insistir en una normativa que supuestamente lo impedía. Pero la fuente de esa información era un comunicado oficial del FC Barcelona, del 20 de noviembre de 2024, en el que el propio club afirmaba que seguiría en Montjuïc “debido a la normativa UEFA que impide cambiar de estadio durante la fase inicial de la Champions League”. A la prensa deportiva se le pueden reprochar muchas cosas, pero en este caso el error tenía una explicación.

El Barça vuelve a casa -sin Grada de Animación, también castigada-, y el regreso es lo más importante para los barcelonistas, por lo que la fiesta del sábado dejará en un segundo plano un año lleno de retrasos, rectificaciones y sombras. Como también han tenido muy poca repercusión mediática las dudas sobre la elección de Limak. Ah, y los turcos tenían que pagar un millón de euros por cada día de retraso… ¿no?

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