La Real engrana su motor: el trío Gorrotxategi-Soler-Brais impulsa el gran cambio del equipo

El centro del campo txuri urdin comienza, por fin, a carburar. Y no es casualidad que el paso adelante del equipo en las últimas jornadas haya coincidido precisamente con la ebullición de una zona que llevaba meses buscando continuidad, matices y jerarquía. El triángulo formado por Jon Gorrotxategi, Carlos Soler y Brais Méndez se ha convertido en la estructura medular de un once que vuelve a parecer reconocible, cómodo y fluido. Tres perfiles distintos, tres ritmos complementarios y un mismo efecto: la Real juega mejor porque sus centrocampistas juegan mejor.
Gorrotxategi y Brais han sido los dos pilares sobre los que se ha sostenido el equipo desde agosto. Siempre disponibles, siempre protagonistas, siempre en contextos difíciles. El primero, escalón natural para ordenar la salida, imponer calma y suministrar inteligencia. El segundo, un generador constante de ventajas, con llegada, inventiva y precisión entre líneas. Cuando el equipo atravesaba baches de juego, ellos dos eran quienes aparecían para sostener la estructura o activar a los compañeros. En menor medida que ahora, porque en el presente, con el bloque en ascenso, mantienen ese papel pero lo hacen desde un escenario mucho más favorable.
Soler y Brais
Soler, clave en el crecimiento
La tercera pata es Carlos Soler, cuya integración ha sido distinta. Llegó con la temporada iniciada y sin ritmo físico, lo que obligó a que su adaptación fuera más lenta y progresiva. Pero desde que apareció como revulsivo ante el Celta -partido en el que dio el empate- y especialmente desde que heredó la titularidad tras la lesión de Yangel Herrera en el choque contra el Sevilla, se ha asentado como una pieza fija. Sorprende, incluso, la naturalidad con la que está interpretando un rol que parecía destinado a un centrocampista con más recorrido físico. Soler compensa, equilibra, ordena y da continuidad. Y en este equipo, eso vale oro.
Lee también
Desde esos dos encuentros, el centro del campo cambió su dinámica. La Real comenzó a circular mejor, a negociar mejor los ritmos y a posicionarse con más sentido. El derbi contra el Athletic fue el primer examen serio para este trío y lo superaron con nota. Gorrotxategi y Brais marcaron, los tres controlaron el partido con balón y sin él, y el encuentro dejó la sensación de que, por primera vez en semanas, la Real dominaba desde la zona ancha. Un detalle que parecía menor -un trivote peculiar- se convirtió en un mensaje claro: el entrenador había encontrado su punto de equilibrio.
Futbol primera division estadio de Anoeta Real Sociedad Athletic gol de Jon Gorrotxategi
Se entienden juntos
El partido contra el Elche fue el más flojo del centro del campo en este tramo, pero encaja dentro del contexto de desgaste y rotación. La respuesta fue inmediata. En El Sadar, los tres firmaron su actuación más redonda del curso. Fue un centro del campo dominante, creativo y agresivo. Cualquiera de los tres pudo ser el mejor del partido: Gorrotxategi impartió un clínic de lectura y precisión; Brais dejó un tacón estelar, un gol y muchísima continuidad; y Soler completó un ejercicio de equilibrio que explicó buena parte del control txuri urdin en un escenario exigente. La sensación fue clara: el engranaje ya ha hecho clic.
Que el equipo haya dado un paso adelante no se entiende sin este crecimiento interior. El mediocampo ha recuperado presencia, calidad y constancia. Y cuando esa zona respira, el resto de la estructura se ordena sola. La Real no ha terminado su proceso de mejora, pero este centro del campo ofrece garantías de estabilidad, creatividad y presente. Un punto de partida ideal para todo lo que viene. El equipo sigue creciendo. Sigue mejorando. Y lo hace, en gran parte, gracias al talento de los tres futbolistas.




