El rival ‘fantasma’ del Athletic: la historia de guerra y exilio que forjó al Qarabag

San Mamés acoge esta tarde un choque inédito y con trasfondo histórico entre dos equipos que, más allá del césped, representan mundos diferentes. El Athletic Club, fiel a una filosofía centenaria anclada en la cantera vasca, se mide en la tercera jornada de la fase de clasificación para la Champions League al Qarabag FK, el equipo azerí que carga con un pasado marcado por la guerra, el exilio y la reconstrucción desde las cenizas. Un club que no solo representa a una ciudad desaparecida, sino que sobrevive como símbolo de identidad para miles de desplazados.
Agdam, la ciudad fantasma del Cáucaso
Para entender al Qarabag hay que viajar más allá del fútbol, hasta el corazón del conflicto del Cáucaso. Fundado en 1951, el Qarabag FK era un modesto conjunto del fútbol soviético con sede en Agdam, una ciudad al este de la región de Nagorno-Karabag, en Azerbaiyán. Durante décadas, el club transitó sin hacer demasiado ruido, hasta que la desintegración de la URSS y el estallido del conflicto territorial entre Armenia y Azerbaiyán cambiaron su destino para siempre.
Los jugadores del Qarabag, en 2017, celebrando su empate contra el Atlético.
En 1988, el estallido de la guerra por el control de Nagorno-Karabag convirtió a Agdam en una de las zonas más castigadas por los combates. La ciudad fue bombardeada, saqueada y finalmente ocupada en 1993 por las fuerzas armenias. El 12 de mayo de ese año, el Qarabag disputó su último partido en el Estadio Imarat. Aquel encuentro no solo fue una derrota deportiva, sino el principio del fin de una era. El estadio fue destruido y la ciudad quedó reducida a escombros. Hoy, apenas se mantiene en pie la mezquita de Juma como único vestigio de lo que alguna vez fue una urbe con 150.000 habitantes.
Por eso, Agdam ha sido bautizada por muchos como la “Hiroshima del Cáucaso”. No por un ataque nuclear, sino por la desolación total que dejaron los bombardeos. Allí ya no vive nadie.
Un equipo refugiado que no dejó de competir
A diferencia de la mayoría de los clubes que desaparecen con su ciudad, el Qarabag sobrevivió. Como sus aficionados, se convirtió en un equipo desplazado. Se instaló en Bakú, la capital de Azerbaiyán, junto a una población de refugiados que superó el millón de personas durante los años más duros del conflicto.
En lo deportivo, logró una hazaña notable. Apenas unos meses después del inicio del exilio, en 1993, el Qarabag ganó la segunda edición de la liga azerí. Fue una alegría fugaz entre el estruendo de la guerra, pero suficiente para cimentar su leyenda.
Los jugadores del Qarabag celebran un gol.
Durante años fue un equipo de perfil bajo, sin grandes recursos ni estrellas, pero con una resiliencia que lo llevó, poco a poco, a convertirse en uno de los grandes del fútbol de su país. En la última década, gracias a una mejor gestión económica, inversión estatal y una base sólida de cantera y fichajes inteligentes, el Qarabag ha logrado consolidarse como el dominador del fútbol azerí y habitual en competiciones europeas.
Desde 2014, el Qarabag ha estado presente en la fase de grupos de Europa League y Champions en varias ocasiones, algo impensado para un club sin estadio propio durante décadas. En 2017, hizo historia al alcanzar la fase de grupos de la Liga de Campeones, enfrentándose a gigantes como Chelsea, Roma o Atlético de Madrid.




