El Madrid entrega el liderato

El Madrid entregó el liderato en Girona y abrió otra herida mientras crecen las dudas de si el plan de Xabi Alonso es adolescente o directamente jubilable. El equipo sigue siendo intrigante, sin continuidad. A ratos presiona, a ratos es de brazos caídos cuando la pelota es de otro. Y cuando la consigue, se espesa mucho por falta de velocidad en la circulación y de organización. Carece de arrebato, de rebeldía, de verdadera necesidad de ganar durante muchos minutos. Tiró un tiempo y no le dio para redimirse en otro. Ya ha gastado los ahorros del Clásico. El Girona, en cambio, está en camino de la rehabilitación. Desde la resistencia se ganó el punto.
Lo único posible atrás y lo políticamente correcto delante. Xabi Alonso tenía solo dos centrales puros, Militao y Rüdiger, y puso a los dos, con el alta médica aún caliente. El brasileño se había perdido los dos últimos partidos, ante Elche y Olympiacos; el alemán no jugaba un minuto desde el 7 de septiembre, con Alemania. En el Madrid solo disputó el encuentro de Oviedo, allá por agosto. El riesgo merecía la pena porque el plan B, Carreras-Tchouameni, acabó en Atenas pidiendo la hora, indefenso ante el ataque aéreo de los griegos. Fue el mayor acierto del técnico: Rüdiger cumplió, Militao fue el mejor del equipo.
Ounahi batió así a Courtois.Albert Gea
Arriba, en cambio, triunfó la ortodoxia: Bellingham más Arda Güler, mediapuntas obligados a hacer el curso de centrocampistas, amigos invisibles de Vinicius y Mbappé. La cosa quedó en una especie de 4-1-4-1, con Valverde y Vinicius en las bandas y Bellingham y Güler por delante de Tchouameni.
El Girona anda en proceso de asimilar su verdadera dimensión, la de equipo de tamaño medio. De aquella juerga en la Champions quedan el técnico y el plan, magníficos ambos, pero muy pocos jugadores, que en fútbol lo son casi todo. Eso le ha vuelto menos posesivo y menos ambicioso. Con futbolistas menos finos sufrió mucho en la salida de la pelota al principio, especialmente en ese ratito corto en que el Madrid creyó en los dos principios modernos del fútbol sin balón: presión alta, recuperación rápida. Hasta Militao se apuntó al plan.
A esa buena salida del Madrid le faltó la segunda parte, el para qué, porque el suyo fue un dominio de baja intensidad, un cierto tonteo con la pelota que no le llevó al área del Girona. Esa tenencia de balón le alcanzó solo para un disparo lejano de Arda Güler fuera de foco y otro en mejor posición de Mbappé, que no dio en el blanco porque ahí estuvo Arnau para desviarle el cañón. Nada que llamara a la intervención de Gazzaniga.
El cabezazo de Militao
En medio de ese manoseo de pelota de los de Xabi Alonso sin acompañarse de la profundidad tuvo el Girona sus minutos de arrebato, resumidos en un disparo de Tsygankov que detuvo con más apuros de los previstos Courtois y otro de Ounahi, el más atinado de los catalanes, que no le pilló la rosca que buscaba.
Con el paso de los minutos el Madrid fue aflojando. Le falta constancia en la presión, le aburre si no saca partido de ella. También debía andar aburrido Militao, que cambió de área con una frecuencia insólita. Allí, como nueve, disfrutó de la mejor oportunidad blanca de la primera mitad. Gazzaniga respondió con un manotazo milagroso a su cabezazo a traición.
Mbappé lanza el empate que acabó en el 1-1.JOSEP LAGO
Fue el preludio de la loca recta final de la primera mitad. El VAR invalidó justamente un gol de Mbappé, por un toque accidental en la mano previo al remate, y el Girona, de inmediato, se puso por delante, en una contra que acabó en asistencia inteligente de Tsygankov y remate inapelable de Ounahi mientras el Madrid se replegaba a ritmo de ‘walking football’. Con esa propensión a gandulear en la retirada no consigue acabar Xabi Alonso.
El penalti
El gol tuvo consecuencias, sobre todo para Güler, que no volvió del descanso. Xabi puso a Camavinga por ver si su despliegue tocaba la fibra del equipo. La pelota volvió a ser abrumadoramente del Madrid, pero el Girona andaba ya avisado y concienciado de que tendría que espaciar más sus contras. Sin embargo, se encontró con una inmejorable, de Vanat, lanzado en carrera y sin enemigo a la vista. No engañó a Courtois, que estiró a ras de césped sus casi dos metros para detener el misil tierra-tierra.
El Madrid seguía plano con la excepción de Mbappé, que no es que tire del carro, es que es el único carro del Madrid. Nadie se mueve a su velocidad en el equipo. Ese apabullante porcentaje de goles que le acompaña no solo le condecora a él, también condena al resto. Sin juego colectivo, al equipo le vino a rescatar una ocurrencia individual, de Vinicius, que trasteó sobre la línea de fondo hasta que Hugo Rincón le mandó al suelo de un pisotón. Mbappé transformó el penalti.
Rodrygo reclamó penalti en esta entrada de Joel Roca.
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Michel hizo tres cambios, porque sospechaba que al equipo le faltaba el aire, y Xabi tiró de Rodrygo, el más adaptado a situaciones donde escasea el espacio. Solo es capaz de encontrarlo Vinicius, que en los últimos minutos entró en trance. Le faltó un palmo para encontrar la escuadra en una de sus correrías. Él metió en su área al Girona. El Madrid ya había cogido tracción. Rodrygo reclamó un penalti de color gris (le tocó Joel Roca con una intensidad opinable) y al propio Vinicius se le fue otra rosca por medio metro. Ese despertar, una vez más, resultó tardío.
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Cambios
Eduardo Camavinga (45′, Arda Güler), Joel Roca (71′, Bryan Gil), Yáser Asprilla (71′, Viktor Tsygankov), Alejandro Francés (71′, Hugo Rincón), Rodrygo (71′, Aurélien Tchouaméni), Abel Ruiz (82′, Azzedine Ounahi), Lancinet Kourouma (82′, Vladyslav Vanat), Álvaro Carreras (89′, Fran García), Gonzalo García (89′, Trent Alexander-Arnold)
Goles
1-0, 44′: Azz-Eddine Ounahi, 1-1, 66′: Kylian Mbappe
Tarjetas
Arbitro: Ricardo de Burgos Bengoetxea
Arbitro VAR: Juan Luis Pulido Santana, Miguel Sesma Espinosa
Gazzaniga (41′,Amarilla), Azz-Eddine Ounahi (58′,Amarilla), Vladyslav Vanat (73′,Amarilla)




