David Cuenca: de superar una pubalgia y entrenar con Zidane a jugar contra el Real Madrid

Hay historias que no se entienden sin el dolor. Y la de David Cuenca es una de ellas. El partido entre el CF Talavera y el Real Madrid en la Copa del Rey no es sólo una cita histórica para el club y la ciudad castellano-manchega. Es, sobre todo, la recompensa a un camino lleno de obstáculos que el futbolista ha tenido que recorrer casi en soledad.
Valdebebas, la ciudad del Real Madrid, es su casa. Allí creció, se formó y aprendió a ser futbolista y persona. «Son 15 años allí desde que entré con ocho», recuerda. Un vínculo irrompible que hace que este partido tenga un significado especial: «Los valores del club y la gente que me llevo de esa etapa los llevaré siempre conmigo».
Pero para entender lo que supone este momento, hay que mirar atrás. Muy atrás. A la pubalgia. A los meses sin competir. A un año entero viendo el fútbol desde fuera. «Han sido años muy difíciles, sobre todo el último, que fue todo un año en el dique seco», confiesa sin rodeos. El dolor no era solo físico. «Es un proceso durísimo, se pasa muy mal tanto física como mentalmente. Es difícil salir de ahí y no se lo deseo a nadie», apunta.
Durante ese tiempo, David dudó, sufrió y tuvo que reconstruirse. «Cuando llevas tanto tiempo parado, lo más complicado es recuperar la confianza en ti mismo», asegura. Hoy, esa herida está cerrada. «La lesión está superada, estoy mejor que nunca, las sensaciones son muy buenas. Estoy volviendo a ser quien soy», dice. El partido ante el Madrid llega como un símbolo: el de la superación.
El destino, caprichoso, ha querido que el rival sea el club donde también vivió momentos que marcaron su carrera. Su primer entrenamiento con el primer equipo del Real Madrid sigue grabado en su memoria. «Cuando me dijeron que subía a entrenar con Zidane no me lo creía», recuerda. Los nervios eran inevitables: «Llegué súper nervioso, como todo canterano».
Pero fue Zidane quien le ayudó a bajar las pulsaciones. «Nada más llegar, me preguntó qué tal estaba, se preocupó por mí. Que alguien como él tenga esa cercanía te da muchísima tranquilidad», relata. No fue sólo un entrenamiento. Fue un reconocimiento. «Aquello fue un premio. Entrenar con el primer equipo, primero con Zidane y luego con Ancelotti, es una experiencia para toda la vida», afirma.
Ahora, la historia se escribe desde el otro lado. El sorteo le pilló en Madrid, acompañado por su madre. «La emoción fue tremenda, tanto mía como de ella”. No sólo por él, sino por todo lo que representa para su familia. «Me he criado allí y mi hermana sigue en la cantera, en la sección femenina, así que para todos es un partido muy especial».
El ambiente en Talavera es de ilusión desbordada. «Que el Real Madrid visite El Prado es algo único. Es un partido que no muchos podremos volver a vivir», explica. Y asume el reto con una sonrisa: «Como dice el míster, es un día en Disneylandia. Vienen las mayores estrellas del mundo del fútbol y vamos a enfrentarnos cara a cara con ellas”.
Pero David no quiere que sea solo una fiesta. «Nos lo tomamos como un premio, pero un premio que nos hemos ganado. Hemos pasado ya dos rondas con nuestro sudor», asegura. Este Talavera tiene hambre: «Es un proyecto muy ambicioso, con jugadores que han sufrido, que vienen de lesiones largas, de ascensos frustrados o descensos duros. Todos tenemos la ilusión de estar aquí y de hacer historia para este club».
Hoy, cuando el balón empiece a rodar, David Cuenca no pensará sólo en el Real Madrid. Pensará en el año parado, en el dolor silencioso de la pubalgia, en el niño nervioso que entrenó primero con Zidane y luego con Ancelotti, y en todo lo que tuvo que resistir para volver. Porque hay partidos que no se juegan sólo para ganar, sino para demostrar que nunca se dejó de creer.



