Trends-CA

“Vi cadáveres cuando era niño”: Guillermo del Toro reflexiona sobre crecer en México y convivir con la muerte

El director de ‘Frankenstein’ revela un recuerdo inquietante: vio cadáveres cuando era niño en México. Esa cercanía con la muerte definió su sensibilidad artística y explica por qué sus películas abrazan lo monstruoso para hablar de lo humano.

Desde Cronos, su ópera prima, Guillermo del Toro ha construido una trayectoria marcada por la imaginación desbordada, la sensibilidad artística y un amor profundo por los monstruos y lo fantástico. Obras como El laberinto del fauno o La forma del agua han demostrado que detrás de sus criaturas incomprendidas existe una reflexión sobre la humanidad, sus heridas y su capacidad para amar incluso cuando todo parece oscuro.

A sus 61 años, el director mexicano sigue expandiendo su mitología. Tras adentrarse en géneros como el noir con El callejón de las almas perdidas y técnicas como el stop-motion en Pinocho, ahora ofrece su propia versión de Frankenstein, un proyecto largamente soñado en el que retoma uno de los monstruos literarios por excelencia. En cada una de sus películas, del Toro vuelve a recordarnos que lo monstruoso, más que un enemigo, es un espejo que refleja nuestras fragilidades.

Netflix

Guillermo del Toro, un creador de monstruos con alma de niño

Su relación con la industria de Hollywood no ha sido sencilla. Él mismo la describió alguna vez como ese lugar donde los proyectos pueden morir sin siquiera ser escuchados. Ha cargado durante años con guiones que nadie quiere producir, aceptando que el estado natural de una película es no existir. Y, sin embargo, ha logrado abrirse camino como el gran narrador de lo fantástico del siglo XXI, más audaz que muchos contemporáneos y con un sello que nadie puede imitar.

Quizá eso se debe a que del Toro insiste en su mantra: el peor monstruo siempre es el ser humano. La maldad real no proviene de seres imposibles, sino de la ambición, la mentira y la violencia que anidan en la sociedad. Esa mirada nace de su propia infancia. En una extensa entrevista con The Guardian, el director de El espinazo del diablo compartió que, en México, creció muy cerca de la muerte.

Netflix

Cómo la violencia en México marcó la mirada de Guillermo del Toro

“De niño vi cadáveres de verdad”, recuerda. “Gente con disparos o accidentes. Te haces una idea de lo tensa que es la situación. Ciertamente, la vida no es color de rosa cuando creces en México. Existe esa famosa, turística pero muy real dicotomía para mí como mexicano, donde la noción de la vida y la de la muerte como un destino inminente se fusionan en un solo concepto”. Para él, la muerte no es una abstracción: forma parte de la vida cotidiana.

Netflix

Ese conocimiento precoz de la crueldad humana también se volvió una brújula que lo guía al contar historias. Su visión crítica de Estados Unidos se hizo evidente cuando, al ganar el Oscar por La forma del agua, inició su discurso señalando “soy un inmigrante”. Abogó entonces por el poder del arte para borrar las líneas divisorias, aun cuando el mundo intenta profundizarlas. En su obra, los marginados triunfan sobre los opresores, ya sea en la Baltimore de la Guerra Fría o en la España herida por el franquismo.

Para el director de Hellboy y Titanes del Pacífico, cada filme es más que una historia que se proyecta en la pantalla: es un fragmento de su vida convertido en arte. Quien quiera evitar el golpe emocional, podría salir de la sala antes del final, como él mismo ha sugerido con humor. Pero quienes se quedan descubren algo que atraviesa toda su obra: la certeza de que la belleza y el horror son inseparables, porque el ser humano está hecho de ambas cosas y la muerte siempre camina a nuestro lado.

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button