Un punto es muy poco, pero conectarse a la grada de Mestalla es un intangible que vale millones. El Valencia jugó su mejor partido de la temporada ante el Betis, al menos en intensidad y llegadas, pero estuvo tan cerca de perderlo que el empate, pese a que suena a poco deja un punto y una legión que ha vuelto. Con Mestalla en ese nivel y el equipo peleando por cada pelota, la cosa cambiará.
Tras varios encuentros en los que la grada ha castigado a los jugadores con pitadas y señalamientos, ante el Betis la cosa cambió. Desde el principio Mestalla enseñó las uñas para intentar darle energía a los suyos. De hecho se vieron imágenes de final de temporada.
Corberán pidiendo a la grada que apretara al estilo Simeone, Rioja celebrando el gol con rabia y cogiendo rápido la pelota de la red para b uscar el segundo, la afición apretando al rival en cada encontronazo, en cada tángana, en cada acción, haciéndose notar como pocas aficiones del mundo saben hacer.
En el banquillo también se jugó el partido. Hubo amarillas para asistentes por protestar, varias veces los reservas saltaron a la zona del entrenador y el público entendió que también jugaba. La imagen del final del partido con la gente animando y
