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Kike Mateu: Segunda oportunidad

Hoy juega el Valencia en Cartagena la segunda ronda de la Copa del Rey, y el otro día tuve en la radio la típica discusión de los últimos años que quiero compartir hoy con los lectores de LAS PROVINCIAS. El tan manido tema de «tirar la Copa». Vaya por delante que respeto toda opinión porque sé que hay mucha gente que no piensa como yo. Pero respetar no necesariamente es entender. Y yo no entiendo a los que apuestan por tirar la Copa porque el Valencia esté hoy metido en el jaleo del descenso. Que no digo que no sea importante —no hay nada más importante que la Liga— pero no me parece que estemos en el momento de tener que elegir. Si el Valencia cae eliminado hoy será un auténtico fracaso. Otra aberración propia de Peter Lim y sus proyectos de alcantarillado. Nada de un alivio o una forma de centrarse en la Liga. Sería un desastre. Miren, estamos en diciembre y han pasado 14 jornadas de Liga.

Queda un mundo para decidir si se tira o no la única competición que el Valencia puede pelear por ganar. La única competición que le ha dado alegrías a la gente en la última década. Y la que le ha llevado a dos finales en las últimas seis ediciones. Hombre, no me parece que estemos para tirar todo eso por la borda a las primeras de cambio. Ni les cuento ya si eso ocurre contra un equipo de Primera Federación —competición que tiene mucho nivel— pero en un club totalmente desecho por dentro y que tiene la mirada puesta en el derbi del fin de semana ante el Real Murcia. El Valencia —este y cualquiera— tiene la obligación de pelear con esta competición. Y pelear no es lo del año pasado; juego con los suplentes —que en las primeras rondas es suficiente— hasta que llega un rival de verdad… Y pongo también a los suplentes. Eso es, en mi opinión, una tomadura de pelo.

De hecho, la mayor humillación sufrida la temporada pasada no fue el 7-1 ante el Barça en Barcelona. No, señor. Fue el 0-5 en Mestalla, aquella fría noche de febrero en la que el Valencia estaba a un partido de las semifinales de la Copa y Corberán sacó a todos los suplentes ante los titulares del Barça. El once perfecto para ser humillado. ¿El único problema? Había 45.000 personas que llenaron el estadio con la única ilusión que podían tener en la temporada. Y de la ilusión… A la alineación. Aquello sí fue tirar la Copa con descaro. Con descaro y sin remordimientos. ¿Que el Barça podía haber ganado igual? Obvio. Pero una cosa es que te ganen y otra cosa es regalar una eliminatoria. Nunca olvidaré aquella noche, aquella alineación y aquella excusa de que el Valencia se jugaba la Liga ante el Leganés tres días después. Como si el Valencia no hubiera podido ganar al Lega igual poniendo algo más que alfombra roja ante el Barça.

Un Leganés que, por cierto, también jugaba Copa esa semana y los titulares llevaron al Real Madrid a la prórroga en Butarque. Formas distintas de ver la vida. Corberán —como es costumbre en él por otra parte— no miró lo emocional, ni los sentimientos de la gente, y fue a lo pragmático. 0-5, pido perdón después y buenas noches. Hoy empieza una nueva aventura copera para el Valencia y también para Corberán. El míster tiene la oportunidad de hacer las cosas algo diferentes. Tampoco tiene que jugar con los titulares cada eliminatoria. Seamos sensatos. Hay un término medio entre todo y nada. Y ya veremos qué van deparando los sorteos y cómo va evolucionando la Liga. Porque lo que hoy es gris mañana puede ser blanco… O negro. Pero eso ya lo veremos en el futuro. El presente es que si hoy el Valencia pierde, está en la calle y no habrá vuelta atrás en el escándalo.

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