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El nuevo (?) Camp Nou: nada que celebrar

Buenos días a todos. Llevamos tantos días diciendo que el parón ha finalizado que igual resulta que no tenemos razón. ¿Sigue el parón? ¿Nos han traicionado las ganas de que se acabe y nos hemos precipitado al darle la puntilla?

Puede ser. El parón, salvando las infinitas distancias, es como un partido en el cual el Madrid va palmando contra el City. Hasta que no ha acabado del todo, hasta que el árbitro no ha pitado el final, con el Madrid por medio no se puede dar el partido por finalizado. De igual manera, hasta que no escuchemos el pitido inicial del primer partido posparón no debemos cantar victoria ni darlo por finiquitado.

A esta altura, nadie sabe por qué el parón no ha acabado ya. Paren ustedes de parar. Esto empieza a ser como El Ángel Exterminador, la película de Buñuel en la que una serie de tíos dicen que la fiesta ha terminado y se van a casa pero, por razones incomprensibles, no consiguen irse de verdad. Remolonean, toman otra copa, se despiden por enésima vez. Pero no se van. Una fuerza sobrehumana e incomprensible les retiene allí. Con el parón, a veces, parece que sucede lo mismo. Ya nos hemos despedido del parón, ya nos hemos conjurado para dejar de parar, pero el juego no termina de reanudarse nunca.

En todo caso, hoy se juega ya un partido, aunque no hay que confiarse hasta que juegue el Madrid, que es el final oficial de este sindiós. El que se juega hoy tendrá por escenario el Camp Nou, cuyas obras han finalizado o no, nadie lo sabe muy bien, pero que en todo caso llenará medio aforo para ver al equipo local disputar 90 minutos (no 45, como correspondería si juegas con medio aforo) frente al Athletic de Bilbao.

“A casa”, reza la portada de Mundo Deportivo. En primer lugar, queremos recomendarles que reserven ese titular para cuando su equipo vuelva a ser eliminado de la Champions, con frecuencia en rondas preliminares y con estrépito, como viene haciendo en cada temporada de la última década.

Por otra parte, nos parece que al culerío, en lo relativo al Camp Nou, se le podría aplicar perfectamente el lema que los leyendanegristas (no confundir con los leyendanegreiristas) de la historia de España tratan de hacer valer cada vez que se aproxima un nuevo Día de la Hispanidad: NADA QUE CELEBRAR.

Básicamente, el club cliente de Negreira inició unas obras en su estadio y, dos años y medio después, anuncia que no las ha terminado pero que abre para la mitad de su plebe. Nadie sabe exactamente para qué han servido las obras. Básicamente, ha vuelto el mismo estadio que tenían antes, quizá con alguna gotera arreglada, cuatro enchufes de los que presumen mucho y unas luces LED propias de ciertos locales de carretera de ambiente selecto.

“Volvemos a casa”, titula Sport, que encima pone un marco a la magna obra arquitectónica de la constructora turca, experta en contratar en condiciones de semiesclavitud, que ha cobrado un dineral y transformado el Camp Nou para dejarlo como el mismo Camp Nou de siempre, salvo por algunos detalles más brutalistas y/o horteras que remiten a la época del caudillo al cual el club azulgrana condecoró en no menos de tres ocasiones para que los sacara del agujero.

Con ser poco lo hecho para el tiempo y el dinero invertidos, con ser muy discutibles las mejoras (?) estéticas, la pregunta clave para valorar el fruto de este esfuerzo ingenieril es la siguiente: ¿qué incremento de ingresos se espera que genere el nuevo (?) Camp Nou por el hecho de ser nuevo (?)?

El Real Madrid, a pesar de conocidos obstáculos como el cese de los conciertos, sigue batiendo récords de ingresos, en buena medida debidos a la remodelación del Bernabéu. El contraste entre los resultados de ambas remodelaciones hiela la sangre en las venas.

Os dejamos con As y Marca. Pasad un buen día.

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