El deporte escribirá este viernes un nuevo episodio de un relato eterno: el Clásico del baloncesto, importado del fútbol, entre el FC Barcelona y el Real Madrid. Año a año, canasta a canasta, cambian los protagonistas, pero se mantiene la mística. El primer Clásico de la temporada 2025-26, habrá un mínimo de cuatro y un máximo de quince, viene acompañado también de importantes novedades. Y de duelos inéditos. Principalmente, en el banquillo. Joan Peñarroya y Sergio Scariolo no se han enfrentado nunca en un Clásico. Los dos tienen experiencia en este tipo de encuentros de alta tensión, y ambos con balance negativo, ojo al dato, pero todavía no se han medido entre ellos. La Euroliga abre su cara a cara.
Peñarroya nunca ha ganado al equipo merengue, perdió los cinco pulsos del curso pasado. Un pleno madridista que no se queda ahí, porque la racha se alarga a un 8-0, todos con Chus Mateo al timón blanco. Demasiadas derrotas para un club con el pedigrí del azulgrana. Scariolo también disputó Clásicos en su primer ciclo con el Madrid, hace más de 23 años. Su saldo negativo es de 5-11, pero entre los éxitos reluce la Liga ACB en 2000, con Sasha Djordjevic con la capa de héroe y con un polémico pique del mago italiano con el viejo brujo Aito García Reneses. Eran otros tiempos.
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Nada de aquello sirve ya como referencia. Pero lo que no ha cambiado es el carácter mítico del duelo. Da igual que sea un choque de la fase regular, tampoco importa que el resultado tenga una trascendencia limitada. Un Clásico es un Clásico. Un choque de máxima tensión. Los dos equipos llevan una trayectoria titubeante en esta campaña. Los dos llegan con dudas relevantes en la enfermería, encabezadas por Tornike Shengelia y Edy Tavares. Da igual. Cuando salten a la cancha, estará en juego algo más que un partido. La historia del baloncesto. Un relato eterno.
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