El Girona encara una de las salidas más exigentes del calendario en un momento complicado. El equipo de Míchel viaja a Anoeta (21:00, DAZN) con la obligación de frenar la caída, recuperar sensaciones y demostrar que la goleada encajada en Elche fue un accidente y no un regreso definitivo a los problemas del inicio de temporada. El rival, sin embargo, no invita al optimismo estadístico: el cuadro catalán nunca ha ganado a la Real Sociedad en Primera División y necesita romper la tendencia si quiere salir del descenso antes de cerrar la primera vuelta.
El conjunto donostiarra tampoco vive su mejor momento. La Real llega al choque como decimocuarta clasificada, con 16 puntos —cuatro más que el Girona— y encadena dos derrotas consecutivas frente a Villarreal y Alavés. El último recuerdo en el feudo vasco tampoco es alentador para los gerundenses: un vibrante 3-2 decidido en el descuento que dejó helado al cuadro catalán la pasada campaña. Pero las trayectorias de ambos parecen haberse cruzado: la Real sufre más de lo esperado y los ‘gironins’, pese al varapalo de Elche, había mostrado señales de crecimiento ante Betis y Real Madrid.
Míchel, consciente de la fragilidad del momento, insistió en la previa en la necesidad de competir como bloque, de defender mejor para poder atacar, y de ser capaces de incomodar la circulación txuri-urdin. No lo tendrá fácil. Los locales son un equipo que se adapta a múltiples escenarios, capaz de modificar alturas, presiones y ritmos según el rival. Su apuesta por una presión inteligente y por castigar cualquier desajuste convierte el partido en un examen de madurez para un combinado ‘blanc-i-vermell’ que sigue mostrando lagunas en la gestión de los duelos y las zonas sensibles.
La gran noticia para el cuadro catalán es el regreso de Ounahi, disponible antes de marcharse a la Copa África. Será su último encuentro antes del torneo y, como reconocen en Montilivi, es la gran esperanza ofensiva de un equipo que necesita talento, pausa y desborde en tres cuartos. El marroquí, diferencial en las últimas semanas, tendrá que multiplicarse para compensar un arsenal ofensivo muy limitado por las lesiones.
Anoeta exigirá solidez, concentración y capacidad para resistir los inevitables tramos de dominio local. La Real ha perdido brillo, pero no amenaza: Kubo, Barrene o Guedes siguen siendo futbolistas capaces de decidir partidos en acciones aisladas. El Girona, por su parte, debe reencontrarse con ese equipo compacto que compitió cara a cara con Betis y Real Madrid, alejándose de los errores groseros que dinamitaron su última jornada liguera.
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Ganar en tierras vascas sería mucho más que un triunfo: supondría el empujón emocional que necesita un equipo cercado por las bajas, golpeado anímicamente y envuelto en la polémica de la portería. El reto es mayúsculo, pero también la oportunidad. En un duelo entre dos equipos heridos, el que antes se recomponga puede encontrar el punto de inflexión que lleva semanas buscando.
